La primera vez que mire a Cecilia la felicidad la encontre en sus ojos. Luego vino mi segundo enamoramiento cuando llego el pequeño Joaquín. Les puedo decir que es un jugueton de primera y aunque pocas son las veces que me hace renegar no deja de sorprenderme su habilidad para lograr sus travesuras. La otra tarde sacó los discos de películas de sus estuches y en su afán de devolverlos a sus respectivos lugares había mezclado todos, haciendo imposible reconocer cual era cual. Lo peor ocurrio cuando se le antojo querer mirar Happy Feet, una de sus películas favoritas y me resultaba difícil adivinar que disco y sobre todo en que estuche se encontraba. La labor de revisar y ordenar fue un trabajo de Buda, tenía entre mis manos unos treinta discos, los cuales tuve que probar uno a uno y siguiendo los consejos de mi mujer, escribir el título en la carilla en cada uno de ellos, por si a Joaquín se le ocurria volver a cometer semenjante desorden. lo más gracioso fue cuando yo sentado frente al DVD trataba rapidamente de seleccionar sus películas y las mías, él con la destreza que tiene un niño, no contento con el caos ocasionado, comenzó a tratar de probar los discos sueltos abriendo la disquetera de la radio minicomponete que se encontraba a su altura, sin ningún exito a la vista. Trate de explicarle que la lectora de la radio no leía películas, pero él terco como su linda mamá seguía insistiendo en meter los discos donde no correspondían.
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