Con golazo de Vargas se termino la felicidad. Mi padre llegó acalorado cuando el relog apenas marcaba las siete de la noche. Sin decir palabras nos cargo entre sus brazos a mi hermano y a mí. Carlos mi hermano penso que ibamos por un helado, promesa hecha por mi padre tras el triunfo del equipo de sus amores. Mi padre aún vestia la camiseta de su hinchada pero lo ojos vidriosos y el rostros desencajado eran contrarios al triunfo de su equipo esa tarde.
Mi hermano, muy distraído él, susurraba la lista interminable de sabores que se llevaría a la boca. Mientras tanto yo miraba a mi padre con esa expresiòn que llevan los niños cuando quieren preguntar algo, queria saber que había sucedido, porque llevaba esa cara tan triste si el equipo de sus amores gano con el golazo de Vargas, pero él no se inmutaba, miraba de frente en busca de no se qué.
Veinte minutos después nos percatamos que no estabamos en la heladería por el nos encontrabamos en el estadio. Una serpiente de personas rodeaban el recinto. Mi hermano y yo pensamos que se trataba de alguna celebración y nos metimos entre las piernas de los concurrentes. No queriamos perdernos la fiesta, ni los cantos ni las luces ni la alegría del triunfo. Mi padre nos a traído a celebrar con él pensé. Sin embargo nadie cantaba, ni aplaudia, no se escuchaban vivas, tampoco hubo serpentina, sólo una tarima en medio de la cancha y sobre ella el cuerpo atletico de Vargas. Su rostro mantenia la sonrisa de un goleador, pero sus manos frías y grises manifestaban que Vargas estaba muerto. Su último gol de la tarde, fue también el comienzo de la tristeza de todo un equipo, de toda una hinchada. Un infrato había acabado con el sueño de muchos con el mismo sueño de él. Ese gol se lo llevó a la inmortalidad.
viernes, 15 de agosto de 2008
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