El viernes 27 de junio me informaron en la redacción del diario donde trabajo que el lunes 30 me tocaría cubrir una de las comisiones más importantes de la historia. Se trataba del Megajuicio que se le sigue al ex presidente Alberto Fujimori Fujimori (juicio que he cubierto desde que lo extraditaron de Chile). Minutos más tarde me reconfirmarían la comisión, pero con un agregado extra: se daría el tan esperado cara a cara con su ex asesor Vladimiro Montesinos Torres. ¡Es portada!, me anunciaron, es la foto del año, del siglo, es: La comisión", tienes que llegar temprano. Mi fin de semana se cubrió de un vaho misterioso, estaba entusiasmado y angustiado a la vez. Experimentaba una extraña sensación que no sentía desde el 2001 cuando dos días después del terremoto que asolo el sur del país, capturaron al siniestro "Doc".
La redacción entro en caos, la mayoria de fotografos estaba en el sur y aquí en Lima no quedabamos muchos. Herman Schwartz mi jefe en ese entonces me envío con la única consigna: traer la foto . Dos días sin dormir esperando la llegada. Nos encontrábamos en las afueras de la Policía Aérea (DIPA) todos los medios de comunicación, las agencias internacionales de noticias, las radios y un ciento de reporteros gráficos. Vladi llego y los policías que lo transportaban desobedecieron lo ordenado por Ketín Vidal, (entonces Ministro del Interior del gobierno de transición del Presidente Paniagua) de pasearlo por delante del avión para que lo viera todo el mundo. En vez de eso lo llevarían por detrás de la aeronave. Lo subieron a un helicóptero y nadie absolutamente nadie sabía donde lo llevarían. Regresé al diario con penas y sin gloria, revelé lo poco que tenía y le anuncié a mi jefe que me retiraba a descansar. En ese preciso momento llegaron noticias desde la sección de comunicaciones anunciando que Montesinos sería llevado a la carceleta del poder judicial. Mi jefe y yo nos miramos, no me quedo más opción que salir corriendo las diez cuadras que me separaban hasta el recinto judicial. Dos mil policías ya acordonaban la entrada, periodistas, camarografos y fotógrafos, todos estaban detrás de las fuerzas del orden, impedidos de sacar al menos una buena toma, la gran foto. Me encontraba exhausto y sudoroso y sin ninguna posibilidad de hacer nada. Entonces en esos precisos momentos me di cuenta que la clínica Mason de Sante daba exactamente hacía la puerta de la carceleta. Corrí por detrás. Sin aire. Entre a la clínica por la lateral y salí justo por la de emergencias la que daba al calabozo, los policías se sorprendieron de mi acción temeraria pero ellos ya nada podían hacer. En esos precisos momentos paro una camioneta blindada y por mis ojos desfilo para mi lente el siniestro capturado. Volé a la redacción y casi sin aire le respondí a mi jefe, "creo que la tengo". La laboratorista revelo de inmediato la película. La portada estaba hecha, vete a dormir tienes dos días me dijo mi jefe.
La situación era diferente ahora el viernes 27 de junio antes de que anochezca llamé a unos colegas para ver si cubrirían el juicio, todos me confirmaron su presencia. Y como siempre ocurre desde que empezó el juicio a Fujimori todos los fotografos madrugamos desde las 3 de la madrugada para coger el mejor sitio. La sala es tan peqeña que los 6 primeros que entran tienen por así decirlo la exclusiva. Ya me encontraba en mi casa tratando de hacer planes para el fin de semana cuando en eso una llamada telefónica me alerto de algo importante que dejaría a un lado mi fin de semana. Los fotógrafos empezarían a hacer la cola para el ingreso al juicio desde el día domingo 29. Yo dí el grito al cielo y ofuscado por la angurria de otros los comencé a llamar para que cambiaran de opinión. Le dije esta bien que la cola se empiece en la madrugada pero estar desde el domingo es una locura. Todos compartieron mi opinión y me confirmaron que se haría de la forma antes empleada. No les creí. El domingo 29 a las 2 de la tarde me ubique en el tercer lugar de la cola, el primero llego a las 11 de la mañana. El día estuvo caluroso y la noche fría, para la medianoche ya había una veintena de fotógrafos. el cansancio comenzó a ganar a algunos, las escaleras las dejamos en fila en señal de que ese sitio nos pertenecía. Cada uno subió a su unidad móvil a a descansar sabíamos que el lunes sería un día difícil para todos, teníamos que recobrar fuerzas, estirarnos, dormir un poco. Llegó el esperado día 30 y yo sólo tenía en la cabeza cumplir la orden encomendada. Mi foto tenía que ser la portada al día siguiente. Se dieron las siete de la mañana del lunes 30 y todos nos preguntábamos como se daría ese encuentro, se mirarían, se abrazarían, se escupirían. La incertidumbre absoluta. Nueve de la mañana y tenía encima mío a unos 3o fotógrafos. Tenia la ubicación precisa, los lentes preparados y la calma de un monje tibetano. Apareció el "Doc" con su mirada de cínico con su actitud de patán, de controlador, las preguntas empezaron, él se reía del Fiscal, del país y en cada respuesta miraba a su compinche Fujimori para que este le de la venia de la burla de su juicio. Ese día no hubo abrazos, sólo miradas cómplices. Tampoco hubo la gran foto que todos esperaban. Sólo una desazon de que esto no ha cambiado. Que Fujimori y Montesinos siguen siendo los mismos de antes; en cuanto a mí seguiré a la espera de ese momento que todos estamos esperando... El encarcelamiento definido de los reyes de la mafia.
La redacción entro en caos, la mayoria de fotografos estaba en el sur y aquí en Lima no quedabamos muchos. Herman Schwartz mi jefe en ese entonces me envío con la única consigna: traer la foto . Dos días sin dormir esperando la llegada. Nos encontrábamos en las afueras de la Policía Aérea (DIPA) todos los medios de comunicación, las agencias internacionales de noticias, las radios y un ciento de reporteros gráficos. Vladi llego y los policías que lo transportaban desobedecieron lo ordenado por Ketín Vidal, (entonces Ministro del Interior del gobierno de transición del Presidente Paniagua) de pasearlo por delante del avión para que lo viera todo el mundo. En vez de eso lo llevarían por detrás de la aeronave. Lo subieron a un helicóptero y nadie absolutamente nadie sabía donde lo llevarían. Regresé al diario con penas y sin gloria, revelé lo poco que tenía y le anuncié a mi jefe que me retiraba a descansar. En ese preciso momento llegaron noticias desde la sección de comunicaciones anunciando que Montesinos sería llevado a la carceleta del poder judicial. Mi jefe y yo nos miramos, no me quedo más opción que salir corriendo las diez cuadras que me separaban hasta el recinto judicial. Dos mil policías ya acordonaban la entrada, periodistas, camarografos y fotógrafos, todos estaban detrás de las fuerzas del orden, impedidos de sacar al menos una buena toma, la gran foto. Me encontraba exhausto y sudoroso y sin ninguna posibilidad de hacer nada. Entonces en esos precisos momentos me di cuenta que la clínica Mason de Sante daba exactamente hacía la puerta de la carceleta. Corrí por detrás. Sin aire. Entre a la clínica por la lateral y salí justo por la de emergencias la que daba al calabozo, los policías se sorprendieron de mi acción temeraria pero ellos ya nada podían hacer. En esos precisos momentos paro una camioneta blindada y por mis ojos desfilo para mi lente el siniestro capturado. Volé a la redacción y casi sin aire le respondí a mi jefe, "creo que la tengo". La laboratorista revelo de inmediato la película. La portada estaba hecha, vete a dormir tienes dos días me dijo mi jefe.
La situación era diferente ahora el viernes 27 de junio antes de que anochezca llamé a unos colegas para ver si cubrirían el juicio, todos me confirmaron su presencia. Y como siempre ocurre desde que empezó el juicio a Fujimori todos los fotografos madrugamos desde las 3 de la madrugada para coger el mejor sitio. La sala es tan peqeña que los 6 primeros que entran tienen por así decirlo la exclusiva. Ya me encontraba en mi casa tratando de hacer planes para el fin de semana cuando en eso una llamada telefónica me alerto de algo importante que dejaría a un lado mi fin de semana. Los fotógrafos empezarían a hacer la cola para el ingreso al juicio desde el día domingo 29. Yo dí el grito al cielo y ofuscado por la angurria de otros los comencé a llamar para que cambiaran de opinión. Le dije esta bien que la cola se empiece en la madrugada pero estar desde el domingo es una locura. Todos compartieron mi opinión y me confirmaron que se haría de la forma antes empleada. No les creí. El domingo 29 a las 2 de la tarde me ubique en el tercer lugar de la cola, el primero llego a las 11 de la mañana. El día estuvo caluroso y la noche fría, para la medianoche ya había una veintena de fotógrafos. el cansancio comenzó a ganar a algunos, las escaleras las dejamos en fila en señal de que ese sitio nos pertenecía. Cada uno subió a su unidad móvil a a descansar sabíamos que el lunes sería un día difícil para todos, teníamos que recobrar fuerzas, estirarnos, dormir un poco. Llegó el esperado día 30 y yo sólo tenía en la cabeza cumplir la orden encomendada. Mi foto tenía que ser la portada al día siguiente. Se dieron las siete de la mañana del lunes 30 y todos nos preguntábamos como se daría ese encuentro, se mirarían, se abrazarían, se escupirían. La incertidumbre absoluta. Nueve de la mañana y tenía encima mío a unos 3o fotógrafos. Tenia la ubicación precisa, los lentes preparados y la calma de un monje tibetano. Apareció el "Doc" con su mirada de cínico con su actitud de patán, de controlador, las preguntas empezaron, él se reía del Fiscal, del país y en cada respuesta miraba a su compinche Fujimori para que este le de la venia de la burla de su juicio. Ese día no hubo abrazos, sólo miradas cómplices. Tampoco hubo la gran foto que todos esperaban. Sólo una desazon de que esto no ha cambiado. Que Fujimori y Montesinos siguen siendo los mismos de antes; en cuanto a mí seguiré a la espera de ese momento que todos estamos esperando... El encarcelamiento definido de los reyes de la mafia.
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